Al principio, el alma en la Naturaleza
Al principio, el alma en la Naturaleza, la entidad psíquica, cuyo despliegue -o apertura- es el primer paso hacia un cambio espiritual, es una parte totalmente velada -oculta- de nosotros mismos, a pesar de ser por ella por la que existimos y perduramos como seres individuales en la Naturaleza. Las demás partes de nuestra composición natural son no sólo mutables, sino perecederas; pero la entidad psíquica en nosotros perdura y es siempre fundamentalmente la misma: contiene todas las posibilidades esenciales de nuestra manifestación, pero no está constituida por ellas, no esta limitada por lo que manifiesta, no está encerrada en las formas incompetas de la manifestación, ni empañada por las imperfecciones e impurezas, por los defectos y depravaciones del ser exterior. Es una siempre-pura llama de la divinidad en las cosas, y nada de lo que llegue a ella, nada de lo que entre en nuestra experiencia, puede contaminar su pureza o extinguir la llama.